sábado, 26 de abril de 2014

Libro del mes: Confesiones de san Agustín

Confesiones es un libro en el que san Agustín escribió acerca de su juventud pecadora y de cómo se convirtió al cristianismo. Es ampliamente aceptada como la primera autobiografía occidental jamás escrita, y se convirtió en un modelo para otros autores cristianos de los siguientes siglos. No es una autobiografría completa pues fue escrita tras sus primeros 40 años de vida y vivió hasta los 76, tiempo durante el cual produjo otros importantes trabajos, entre ellos La ciudad de Dios. De todos modos, proporciona gran información sobre la evolución de su pensamiento en sus primeros años. El libro es un acabado trabajo de filosofía y también un importante aporte a la teología.

La obra está dividida en 13 libros. En ellos se narra la niñez de Agustín, su adolescencia y juventud, su carrera académica, su estancia en el maniqueísmo, su proceso personal de acercamiento al cristianismo (ya conocido en la niñez), su conversión, y sus primeras experiencias como católico.

Entre las ideas que más influyen en el mundo occidental se encuentran las que se refieren a la memoria y la interioridad (libro X) y al tiempo (libro XI).

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San Basileo (Basilio) de Amasea

En la versión latina jeronimiana de la Crónica de Eusebio, bajo la 275ª Olimpiada (es decir, entre el 321 y el 324), se inscribe que Basileo, obispo de Amasea en el Ponto, sufrió martirio bajo el reinado de Licinio, y no hay por qué ponerlo en duda. De hecho, entre las firmas de los que asistieron a los concilios de Ancira y de Neocesarea en 314 se encuentra un Basileo de Amasea, y el propio Eusebio, en su Historia Eclesiástica (X,8), relata que en tiempo de Licinio los cristianos eran tratados con gran crueldad, especialmente en Amasea y otras ciudades del Ponto, y que en particular el gobernador infligió a varios obispos las penas ordinarias de los malhechores.

San Atanasio menciona al gran Basileo del Ponto entre los obispos que en los primeros años de la cuarta centuria mantuvieron con firmeza la consustancialidad del Hijo con el Padre; esa referencia es evidente que apunta al obispo-mártir de Anasea. Las «Actas» del martirio de Basileo, que se suponen escritas por un testigo presencial, un presbítero llamado Juan, no son auténticas, y la narrativa es completamente legendaria, cuentan, entre otras cosas, que Basileo dio refugio a una joven cristiana de nombre Glafira, doméstica de la mujer de Licinio, y que el emperador, por esta injerencia de Basileo en sus asuntos, lo hizo decapitar.

Culto
Sus reliquias se conservan en  en la capilla del Santísimo Sacramento en la iglesia de Maria Santissima Annunziata , en Modugno, Bari

San Cleto (Anacleto)

Por mucho tiempo se pensó que Anacleto y Cleto habían sido dos papas distintos,´los dos del
primero siglo. Después resultó claro que el segundo nombre era sólo una abreviación familiar del primero. Y así, de hecho, quedó registrado en la sucesión cronológica de los jefes de la iglesia de Roma: Anacleto o Cleto fue el tercero, después de Pedro y Lino. Tercero, entonces, en la serie de papas, y quizás primero como romano, después del pescador galileo y el toscano Lino. Según el Liber Pontificalis, Cleto era de una familia romana, hijo de un tal Emiliano. Habría ordenado a 25 presbíteros, habría sido mártir y habría sido sepultado un 26 de abril. Estos 25 presbíteros serían el origen de los 25 títulos de las Iglesias de Roma. En cambio, siempre según el Liber Pontificalis, Anacleto era de origen griego y habría sido el responsable de mandar construir los sepulcros para los obispos de Roma.

Recuerdos muy antiguos le atribuyen la construcción de un santuario sepulcral llamado «Memoria», en el lugar de la sepultura de Pedro, en los jardines vaticanos, un territorio que entonces pertenecía al dominio imperial y formado por jardines, campos y tierras sin cultivar. A Anacleto se atribuye también la disposición que prohibía a los hombres de Iglesia usar los cabellos largos, lo que sería un primer ejemplo de tonsura eclesiástica (pero debe tenerse presente que esta misma disposición se atribuye también a otros papas, sin que se sepa exactamente quién la dio).

Su pontificado se desarrolla en algunos años de paz, bajo el emperador Vespasiano (que reina del 69 al 79), y bajo su hijo mayor Tito (79 al 81). En tiempos de este último Italia conoce una de las más importantes catástrofes de su historia: la erupción del Vesubio en agosto del 79, con la destrucción de Herculano y Pompeya. Y poco después Roma verá surgir el edificio destinado a convertirse en su emblema: el anfiteatro Flavio (Coliseo) para los juegos públicos, sede de luchas mortales entre gladiadores y de suplicios para los cristianos.

Finaliza pronto el reinado de Tito, y con el arribo de su hermano Domiciano comienza la persecusión. Pero no sólo contra los cristianos. De hecho, las primeras víctimas son los judíos, forzados a derivar al Estado el tributo debido al templo de Jerusalén destruido por Tito. Una persecución por razones financieras: porque las grandes obras públicas han desangrado las finanzas imperiales; también los judeocristianos deberán pagar. Después la persecusión va a ensañarse a los cristianos en general, no sólo contra sus bienes. Contra ellos se lanza la acusación de «ateísmo», es decir, de no adorar a los dioses del Estado, y esta acusación comporta la pena capital. No sabemos cómo murió Cleto; la persecusión a los cristianos continuaba luego de su muerte, ocurrida en el año 88, pero no hay evidencia de que él haya muerto mártir, y de hecho el Martirologio Romano actual no lo cataloga así; tampoco se conoce el lugar de su sepultura, aunque es presumible que haya sido en los jardines vaticanos.

viernes, 25 de abril de 2014

San Aniano de Alejandría

El gran historiador eclesiástico Eusebio de Cesarea considera a Aniano discípulo del evangelista san Marcos, y su sucesor en la cátedra episcopal de Alejandría de Egipto (Hist.
Ecl. II,24), y lo califica de «hombre agradable a Dios y admirable en todos sentidos». De hecho se festeja junto con san Marcos el 25 de abril. Los apócrifos «Hechos de Marcos» cuentan que Aniano era un zapatero pagano de Alejandría, a quien el evangelista, apenas llegó a la ciudad, encargó la reparación de un calzado; Aniano se lastimó un dedo y comenzó a imprecar contra su cliente, pero éste lo curó trazando sobre la herida la señal de la cruz, e invitándolo a creer en Cristo. Aniano efectivamente se convirtió al cristianismo y se hizo bautizar por Marcos.

En el octavo año del imperio de Nerón (62/63) el santo protoobispo eligió a éste, su primer discípulo del lugar, para ayudarlo en el gobierno de la iglesia alejandrina durante sus frecuentes viajes. Cuando Marcos fue muerto, Aniano continuó ejerciendo el ministerio y murió hacia el 85, después de 22 años de episcopado. La tradición oriental, en cambio, señala que su episcopado duró dieciocho años y 216 días después de la muerte de Marcos, muriendo por tanto hacia el 86. Pedro de Natalibus afirma que el cuerpo de Aniano, al igual que el de Marcos, fue robado y llevado a Venecia, pero que descansa en la iglesia de San Clemente. Él fija la muerte del santo el 4 de octubre, mientras que la iglesia copta lo festeja el 20 hatur (20 de noviembre). Los sinaxarios bizantinos, en cambio, no traen su nombre. San Epifanio dice que en Alejandría se construyó una iglesia en su honor.

San Marcos, Evagelista

Marcos en el Nuevo Testamento y en otras fuentes

Suele identificársele con Juan, llamado Marcos. Este personaje aparece varias veces en los Hechos de los Apóstoles. Se le cita por primera vez en Hechos 12:12, cuando Simón Pedro, milagrosamente liberado de la cárcel, se refugia en casa de María, madre de "Juan, por sobrenombre Marcos". Acompañó a Pablo de Tarso y a Bernabé en el primer viaje de Pablo (Hechos 13:5), pero se separó de ellos cuando llegaron a Panfilia, regresando a Jerusalén (Hechos 13:13 en estos versículos se hace referencia a él simplemente como "Juan"). Cuando Pablo iba a iniciar su segundo viaje, tuvo una grave disputa con Bernabé a propósito de "Juan, llamado Marcos": Bernabé quería que fuese con ellos, pero Pablo se negaba, ya que les había abandonado en el viaje anterior. Pablo y Bernabé terminaron por separarse, y Marcos acompañó al segundo en su viaje a Chipre (Hechos 15:37-39).

No está claro si este personaje, "Juan, llamado Marcos" es el mismo al que se hace referencia en algunas epístolas atribuidas a Pablo, concretamente en 2Timoteo 4:11, Colosenses 4:10, Filemon 1:24 y en la Primera Epístola de Pedro (1Pedro 5:13). En Colosenses se dice de él que es primo, o sobrino, de Bernabé, lo que podría explicar que éste disputase con Pablo acerca de Marcos.

En el final de la Primera Epístola de Pedro, éste se refiere a "mi hijo Marcos". Mientras que las iglesias copta, católica y ortodoxa aseguran que se trata de un hijo espiritual (es decir, que Marcos hubiese sido bautizado por Pedro) o que simplemente Pedro le tenía mucho cariño, varios teólogos protestantes no tienen inconveniente en interpretar que podría tratarse de un hijo físico.

Según el Evangelio que se le atribuye, cuando Jesús fue apresado en el Huerto de los Olivos, le seguía un joven envuelto en una sábana, habiendo especulado algunos con la posibilidad de que este joven fuera el mismo Juan Marcos.

La tradición dice que Marcos evangelizó como Obispo de Alejandría, en Egipto, donde realizó varios milagros y estableció una iglesia y su famosa escuela cristiana, nombrando un obispo, tres presbíteros y siete diáconos y murió allá como mártir en el año 68, un 25 de abril.

Según la tradición, la Iglesia Copta de Etiopía tiene su origen en las prédicas de San Marcos, autor del Segundo Evangelio en el siglo I, que llevó el cristianismo a Egipto en la época del emperador Nerón.

Los Hechos de San Marcos, un escrito de mitad del siglo IV, refieren que San Marcos fue arrastrado por las calles de Alejandría, atado con cuerdas al cuello. Después lo llevaron a la cárcel y al día siguiente le volvieron a aplicar el mismo martirio hasta que falleció. Luego echaron su cuerpo a las llamas, pero los fieles lograron sacarlo y evitar su destrucción.

Atribución del Evangelio de Marcos

Marcos es considerado por la tradición cristiana el autor del evangelio que lleva su nombre. Puesto que él no fue discípulo directo de Jesús basó su relato -siempre según la tradición- en las enseñanzas de Pedro. El autor más antiguo que asignó a Marcos la autoría de este evangelio fue Papías de Hierápolis, en la primera mitad del siglo II, en un testimonio citado por Eusebio de Cesarea.

«y el anciano decía lo siguiente: Marcos, que fue intérprete de Pedro, escribió con exactitud todo lo que recordaba, pero no en orden de lo que el Señor dijo e hizo. Porque él no oyó ni siguió personalmente al Señor, sino, como dije, después a Pedro. Éste llevaba a cabo sus enseñanzas de acuerdo con las necesidades, pero no como quien va ordenando las palabras del Señor, más de modo que Marcos no se equivocó en absoluto cuando escribía ciertas cosas como las tenía en su memoria. Porque todo su empeño lo puso en no olvidar nada de lo que escuchó y en no escribir nada falso». (Eusebio, Hist. Ecl. iii. 39).

Desde el siglo II se dio por sentado que Marcos era el autor de este evangelio. Aunque es imposible tener ningún tipo de certeza a este respecto, se ha aducido convincentemente que no hay ninguna razón por la cual los primitivos cristianos tuvieran que adjudicar la autoría de este evangelio a un personaje oscuro que no fue discípulo directo de Jesús, en lugar de atribuírsela a uno de los apóstoles.

Reliquias

En el 828, las reliquias atribuidas a San Marcos fueron llevadas de Alejandría por navegantes italianos, que las trasladaron a Venecia, donde se conservan en la Basílica de San Marcos, construida expresamente para albergar sus restos. Los coptos creen que la cabeza del santo quedó en Alejandría. Cada año, en el día 30 del mes de Babah, la Iglesia Copta conmemora la consagración de la iglesia de San Marcos, y la aparición de la cabeza del santo en la iglesia copta de San Marcos, en Alejandría, donde se conservaría su cabeza.

Iconografía

Se asocia a San Marcos con el león porque su Evangelio empieza hablando del desierto, y el león era considerado el rey del desierto y porque su Evangelio empieza hablando del río Jordán y a sus alrededores había muchas fieras, entre ellas el león. También se dice que es el león porque en su Evangelio comienza hablando de Juan el Bautista como "Voz que clama en el desierto", voz que sería como la de un león.
La Iglesia  celebra su fiesta el 25 de abril.

jueves, 24 de abril de 2014

San Gregorio de Elvira (ó de Illiberri)

Gregorio, obispo de Elvira (es decir Illiberri), cerca de Granada, en España, estuvo ligado con todos los defensores de la verdad contra los arrianos. Por el año de 357, se hizo eco de san Hilario de Poitiers, contra Osio de Córdoba. Después del Concilio de Alejandría, en 362, Gregorio se unió a san Lucifer de Cagliari para oponerse a toda tentativa de conciliación con los seguidores del semi-arrianismo. Después de la muerte de Lucifer, en 370, se convirtió en la cabeza de los rigoristas o luciferianos. En 359, se rehusó a firmar las fórmulas de Rimini y escribió sobre este asunto a san Eusebio de Vercelli, quien le respondió desde lo más apartado de la Tebaida. Dos sacerdotes luciferianos, Faustino y Marcelino, en el «Libellus precum» que enviaron a los emperadores, el año de 383, hicieron la apología de Gregorio de Elvira, al mismo tiempo que condenaban a Osio.

Gregorio vivía aún en 390, época en que san Jerónimo escribía al respecto: «Hasta la extrema vejez, escribió diversos tratados en un estilo mediocre; después hizo un libro con estilo elegante, que tiene por título: De fide». Este libro fue por largo tiempo atribuído a san Febado, obispo de Agen, como lo pensaba todavía el padre Durenges; pero Dom G. Morin y Dom A. Wilmart lo reivindicaron en favor de Gregorio de Elvira.

Numerosos críticos trataron a Gregorio con dureza y le acusaron de haberse adherido formalmente al cisma, pero no se ha podido probar que se hubiera separado efectivamente de la Iglesia católica. Desde el siglo IX, este obispo ha sido objeto de culto en la Iglesia. Usuardo, en su martirologio, marcó su fecha el 24 de abril, y los otros martirologios lo han seguido. Algunos lo han puesto el 17 de noviembre para acercarlo así a san Gregorio de Tours o a san Gregorio el Taumaturgo. Aunque algunos sabios persisten en ver a Gregorio de Elvira como cismático e indigno del culto de los fieles, la Iglesia romana ha mantenido su nombre en el martirologio, en la fecha del 24 de abril. No se sabe con certeza el año de su muerte pero se cree que aún vivía en 392 y que llegó hasta la última senectud. La Iglesia juzga que la constancia admirable de este obispo por la defensa de la fe ortodoxa, es una prueba suficiente de la santidad de su conducta.

Obras
Entre sus obras destacan un tratado sobre la fe, otro sobre el Cantar de los cantares, y sobre el arca de Noé. Usa un lenguaje sencillo, se esmera en preparar sus sermones, hallar un sentido espiritual. Predicar es un deber, un acto de caridad. Tiene una gran preocupación por preservar la fe del error. Casi todos los sermones explican textos del Antiguo Testamento, le dedica mayor atención porque presenta mayor dificultad. Otra razón es que en el Evangelio no aparece nada que no aparezca en el Antiguo Testamento, en la ley y en los profetas. La sombra no existe sin el cuerpo, tampoco Cristo sin la Ley, ni esta sin Cristo.

Santa Bárbara

No hay referencias a Santa Bárbara contenidas en las primeras autoridades históricas de la
antigua cristiandad, ni tampoco aparece su nombre en la revisión del martirologio de San Jerónimo. La veneración a esta santa era común, aun así, desde el siglo VII. Alrededor de esta fecha existieron las legendarias Actas de su martirio, los cuales fueron incluidos en la colección de Simeón Metafrastes, y fueron usados asimismo por los autores (Ado, Usuardo, etc.) de los martirologios ampliados redactados durante el siglo IX en la Europa occidental. 
Las tradiciones varían en cuanto al lugar del martirio, existiendo dos opiniones: Simeón Metafrastes y la leyenda latina dada por Mombrito hacen de Heliópolis, en Egipto, el sitio del martirio, mientras que otros relatos, a los cuales Baronio da más peso, afirman que es Nicomedia. En la Martyrologium Romanum parvum (alrededor de 700), el martirologio más antiguo de la Iglesia latina en el cual su nombre aparece, dice: "In Tuscia Barbarae virginis et martyris", una afirmación repetida por Ado y otros, mientras que en aumentos posteriores de los martirologios de San Jerónimo y Bede, dice "Romae Barbarae virginis" o "apud Antiochiam passio S. Barbarae virg". Estas diversas afirmaciones, de cualquier manera, prueban sólo las adaptaciones locales de la veneración de la mártir santa, de quien no hay una tradición histórica genuina. Es seguro que antes del siglo IX ella era públicamente venerada tanto en oriente como en occidente, y que era muy popular en el pueblo cristiano. La leyenda de que su padre fue fulminado por un rayo causó, probablemente, que fuera considerada por la gente común como la santa patrona en tiempos de peligro por las tormentas eléctricas y el fuego, y luego, por analogía, como la protectora de los artilleros y los mineros. También se le invoca como intercesora para asegurar el recibimiento de la Penitencia y la Sagrada Comunión en la hora de la muerte. Un suceso del año 1448 dio pie a la difusión de la veneración a esta santa. Un hombre llamado Enrique Kock estaba a punto de ser quemado en la hoguera en Gorkum; invocó a Santa Bárbara, a quien siempre le había tenido gran devoción. Ella le ayudó a escapar de la hoguera y lo mantuvo vivo hasta que pudo recibir los últimos sacramentos. Una circunstancia similar es relatada en una adición a la Legenda aurea. En los calendarios griegos y en los romanos de hoy en día, la fiesta de Santa Bárbara cae el 4 de diciembre, mientras que en los martirologios del siglo IX, a excepción de Rabano Mauro, la ubican el 16 de diciembre. 

La historia
Siglo III. Según la tradición cristiana, habría nacido en Nicomedia, cerca del mar de Mármara, hija de un rey sátrapa de nombre Dióscoro, quien la encerró en una torre. El motivo del encierro pudo haber sido para evitar que los hombres admiraran su belleza y la sedujeran, o para evitar el proselitismo cristiano. Durante una ausencia de su padre, Bárbara se convirtió al cristianismo, y mandó construir tres ventanas en su torre, simbolizando la Santísima Trinidad. Su padre se enteró del significado del simbolismo de estas ventanas y se enfadó, queriendo matarla. Por eso, Bárbara huyó y se refugió en una peña milagrosamente abierta para ella. Atrapada pese al milagro, se enfrenta a su destino.


Su martirio fue el mismo que el de San Vicente Mártir: habría sido atada a un potro, flagelada, desgarrada con rastrillos de hierro, colocada en un lecho de trozos de cerámica cortantes y quemada con hierros al fuego. Finalmente, el mismo rey Dióscoro la envió al juez, quien dictó la pena capital por decapitación. Su mismo padre fue quien la decapitó en la cima de una montaña, tras lo cual un rayo lo alcanzó, dándole muerte también.

Las reliquias
Las reliquias fueron trasladadas a Venecia en tiempos del dogo Pedro II Orseolo (991 – 1009), por María Argyropoula, una princesa bizantina posiblemente hermana de Romano III, que se había casado con el hijo del dogo, Juan. Las reliquias de la santa quedaron en la iglesia griega y en 1108 una princesa griega de nombre Bárbara se casó con el príncipe de Kiev, Sviatopolk Iziaslavovich. Ella trajo consigo las reliquias que fueron colocados en el monasterio Michailovsky-Zlatoverj en Kiev. En la época de los desastres napoleónicos, las sagradas reliquias fueron llevadas al templo de San Martín de la isla de Murano, donde se custodian aun hoy. Una parte de las reliquias de la mártir Santa Bárbara que se hallaban en la iglesia de San Marcos, en Venecia, fueron depositadas en el santuario de santa Bárbara, perteneciente a la diaconía apostólica y ubicado en el municipio del Ática del mismo nombre, por el arzobispo de Atenas, y toda Grecia, Christódoulos.

En la iglesia de San Juan del Hospital, en Valencia, se encuentra la columna donde fue martirizada, en una capilla bajo la advocación de la santa. Esta relíquia fue traida a la Ciudad de Valencia por la Emperatriz Constanza Augusta de Grecia.

Simbología e iconografía
Se la suele representar joven, bien con la palma del martirio, bien con plumas de pavo real,1 pues este animal es símbolo de la resurrección o la inmortalidad, y aparece ya en la más antigua representación conocida, que data del siglo VIII (Santa María la Antigua, de Roma).

También suele aparecer con su atributo, una torre con tres ventanas, apareciendo unas veces encerrada en la misma y en otras la torre aparece a su lado o en miniatura sobre una de sus manos. El significado de esta torre con tres ventanas es el refugio de la fe en la Santísima Trinidad. Y suele llevar corona, que admite variaciones: en algunas es la de una princesa y en otras es una corona completa formada de varias torres.

La imagen de santa Bárbara también aparece a veces asociada:


  • Con la espada con la cual fue decapitada, lo que ha contribuido a que sea asociada con la guerra, pero dicha espada representa un símbolo de fe inquebrantable.
  • Con un cáliz, que significa su conversión.
  • El rayo que cayó en su martirio ha hecho que sea relacionada con los explosivos y así es patrona del arma de artillería, cuyo escudo son cañones cruzados y la torre es la heráldica de los ingenieros y zapadores. El depósito de explosivos en los buques recibe el nombre de Santa bárbara.
  • Con una rama de olivo entre sus manos, representando el martirio.
  • Con una manto rojo, cáliz de la sangre de Cristo.
  • Junto a bloques de piedra por su patronazgo de la cantería.

Patronazgo

Es la patrona de las profesiones que manejan explosivos, debido a la leyenda del rayo, y especialmente de los militares que pertenecen al arma de artillería en la mayoría de los ejércitos, incluso en algunos países árabes. En las cuencas mineras asturianas le dedican un himno llamado Santa Bárbara bendita, por ser patrona de los mineros.También es la patrona de los electricistas, feriantes y fundidores. Es clásico el patronazgo que ejerce de los canteros. Por ello en alguna iconografía aparece su figura junto a bloques de piedra. conocida como santa de La lluvia desde ese momento

Fiesta
Se celebra el 4 de diciembre, conocido como “día de Santa Bárbara y del artillero”.

En tal fecha los artilleros la invocan con la marcha de guerra Las margaritas.

La oración del artillero es: «Gracias Señor, gracias te doy porque me diste la gracia de ser de los primeros. Me diste por tu amor ser lo que soy, me diste la aristocracia de ser solamente un artillero. Bombardas, culebrinas, falconetes, morteros, obuses y cañones. ¡Qué importa si iluminan hasta los cielos enteros con sus bellas explosiones! Sin escudos al amparo mi corazón se embarga de los más bellos sones al oir los disparos, descarga tras descarga, de acerados cañones. Un fuerte, una muralla, parapeto, trinchera, un fortín, un abrigo todo el aire es batalla y explosión artillera en el campo enemigo. No importa vivo o muerto ser general, teniente, cabo apuntador o artificiero. Sólo importa, muy cierto, el oficio más bravo de ser solamente hijo de Santa Bárbara y artillero.»

Santa Bárbara tiene muchas oraciones, sin embargo la más popular es: «Santa Bárbara, virgen bendita, grandiosa de inmenso poder, Dios te acompañe, y tú a mí por el camino del bien. Con tu espada vencedora líbrame del mal, de la injusticia, de la envidia y de los malos ojos. Con el poder del rayo protégeme de mis enemigos, glorifica la boca de fuego de mi cañón y permite que salga victorioso. Con el cáliz de tu copa y el vino mantén la fuerza de mi cuerpo y espíritu para la dura lucha y el combate. A mis manzanas y margaritas recíbelas como ofrenda de que te tengo siempre presente en mi pensamiento y en mi hogar, y te ruego no me abandones nunca y acudas a mi cada vez que te reclame para defender mi fe, mi tierra, mi familia y mis luchas; y que al final me lleves siempre a la gloria como tú. Amén.»

Aaid al Barbara o fiesta de santa Bárbara se celebra también en Siria, Líbano, Jordania y Palestina, entre los árabes cristianos, anualmente el 4 de diciembre en honor de esta santa cristiana y mártir. Es un día de fiesta muy similar al halloween en América del Norte. Los niños van pidiendo dulces mientras cantan una canción especial para Eid il-Burbara o Aaid al Barbara. Por otra parte, las decoraciones de halloween, tales como linternas, se pueden ver fuera de las casas.

El alimento tradicional para la ocasión es Burbara (un plato de granos de trigo hervidos, semillas de granada, uvas pasas, anís y azúcar), que se ofrece a los niños que van disfrazados de casa en casa. En Líbano, también se prepara una masa que se rellena con nueces o queso. En esta fecha las panaderías tienen una gran afluencia de clientes debido a la compra de los alimentos tradicionales de esta fecha.

La creencia general entre los cristianos libaneses y sirios es que santa Bárbara se disfrazó de numerosos personajes para eludir a los romanos, que eran sus perseguidores, y de esto nace la idea de disfrazarse como ella e ir visitando las casas.

Una práctica común en Líbano de la fiesta de al Barbara encuentra su fuente en el resto de la leyenda oral. Mientras Santa Bárbara huía perseguida, supuestamente corrió a través de un campo de trigo recién sembrado, que creció al instante detrás de ella para cubrir por arte de magia las huellas dejadas. Actualmente este milagro se recrea simbólicamente sembrando semillas de trigo (o garbanzos, granos de cebada, habas, lentejas, etc.) en un algodón en la festividad de Santa Bárbara. Las semillas germinan y crecen hasta cerca de 15 centímetros a tiempo para Navidad, usando los brotes para adornar el pesebre, que generalmente se coloca debajo del árbol de Navidad.

San Antimo de Nicomedia (y compañeros mártires)

En el martirologio romano reza así: "En Nicomedia, en Bitinia, san Antimo, obispo, y


compañeros, mártires en la persecución bajo el emperador Diocleciano. Antimo, por confesar a Cristo, recibió la gloria del martirio al ser decapitado, y de la multitud de fieles de su grey, unos fueron también decapitados, otros quemados vivos y los restantes llevados a alta mar en pequeñas embarcaciones para ser ahogados."


Fue una de las víctimas de la persecusión de Diocleciano. Según la narración de Eusebio, poco después de la promulgación del primer edicto (24 de febrero del 303), ocurrió un incendio en el palacio de Nicomedia, del que se le echó la culpa a los cristianos, quienes fueron en gran número masacrados, quemados vivos o ahogados. Antimo fue decapitado. Sobre su sepulcro, más tarde, el emperador Justiniano edificó una espléndida basílica, rica en mármol y oro. Eusebio no indica el «dies natalis» [es decir, la fecha del martirio], mientras que en el Jeronimiano se lo recuerda el 27 de abril. La fecha varía en otros calendarios orientales, aunque en el Martirologio Siríaco del IV siglo es conmemorado un san Antimo el 24 nisan (abril); el martirologio actual ha optado por esta fecha que parece la más cercana a los hechos.

Existe de Antimo una «Passio», aunque muy legendaria y llena de lugares comunes, atribuida a Simeón Metafraste, según la cual era originario de Nicomedia; desde joven se ejercitó en la virtud, y, consagrado obispo, se aplicó a dar valor a los mártires. Al inicio de la persecusión se hallaba predicando en un pueblo, a donde fueron enviados a apresarlo veinte soldados que Antimo convirtió y bautizó. Conducido al trinunal de Maximiano, fue sometido a terribles torturas de las cuales salió siempre ileso, hasta que fue decapitado.

San Jacinto de Polonia (Jacko Odrovaz)

Jacobo, diminutivo de Jacko, nació a finales del siglo XII en Kamién, diócesis de Breslavia, de
la noble familia de los Odrowaz, de antigua tradición en el servicio de la Iglesia. En el siglo XIV se le dio el nombre Jacinto. Siendo canónigo de la iglesia de Cracovia, fue a Italia, probablemente por motivos de estudio. En roma conoció a Santo Domingo de Guzmán y en 1220 recibió de sus manos el hábito dominicano.

En el verano de 1221 el Santo Domingo  lo designó, junto con Fray Enrique de Moravia, para propagar la Orden en Polonia y hacia allá se dirigió llevando en su alma el ardor de Domingo, muerto recientemente. En 1223, y por mediación del obispo Ivo que los recibió con gran amor, fundaron el convento de la Orden en Cracovia. En 1225, Gerardo de Breslavia, primer provincial de Polonia, dispersó a los hermanos de Cracovia en cinco direcciones distintas y a Jacko le correspondió la fundación del convento de Dantzig (Gdansk). Asistió como definidor al capítulo general de París en 1228, bajo el mandato del Beato Jordán de Sajonia.

En 1229 fundó otro convento en Kiel, donde vivió hasta 1233, predicando a los paganos y especialmente a los cismáticos. Allí se distinguió por su candor de vida y tierno amor a Nuestra Señora.

Abandonó la ciudad poco antes de que los fieles fueran expulsados por el príncipe Vladimiro Ruricovic. Es en estos viajes cuando se recuerda el milagro de atravesar con unos compañeros el río Vístula, a pie sobre la capa extendida sobre las aguas llevando la Eucaristía y una imagen de la Virgen. Cuando en 1233 vuelve a Dantzig se encuentra con una delicada situación político-religiosa. El Papa había encomendado a la Orden de Caballeros Teutónicos la tutela de los católicos frente a los paganos, dueños de la región; con la mediación de San Jacinto de Polonia se llega a la libertad de culto y a la paz.

Estableciéndose desde 1238 en Cracovia, se consagró durante veinte años a la predicación, cura de almas y asistencia a los enfermos.

Durante su vida evangeliza Dinamarca, Suecia, Gotia, Noruega y Escocia; también su palabra resuena en Rusia, a orillas del Mar Muerto, en Constantinopla, y en Grecia, donde se dice de él, que "lugar que evangeliza, comunidad dominicana que inicia".

Murió en el convento de Cracovia el 15 de agosto de 1257 y allí se venera su cuerpo. Fue beatificado por Clemente VII en 1527 y canonizado por Clemente VIII el 17 de abril de 1594.

Semblanza Espiritual

Desde pequeño San Jacinto de Polonia manifiesta inclinación por la oración y el estudio, aptitudes que son apoyadas por sus padres. Su carácter es dócil y creativo. Joven aún ingresa en la universidad de Bolonia, donde obtiene el grado de Doctor en Teología y Derecho. Terminados sus estudios se incorpora a una comunidad de presbíteros en Cracovia. En ella se distingue por su lealtad y sinceridad en el trato y aunque las ocupaciones eran muchas, no son impedimento para entregarse a la oración y otros ejercicios de piedad. Sirve a los enfermos en los hospitales y reparte limosnas entre pobres y necesitados, Por su ciencia y sabiduría al interpretar los acontecimientos a la luz de la Palabra de Dios, se persuade de que los bienes eclesiásticos nunca están tan seguros, ni fructifican tanto como cuando están en manos de los pobres.

Apóstol infatigable, los últimos cuarenta años fueron de sacrificios incontables, de trabajos apostólicos, de provincias enteras convertidas, de diócesis erigidas, de templos levantados, hospitales, conventos, asilos... Lo mismo en Europa y en Asia que en la India, entre cristianos o no creyentes.

San Jacinto de Poloniaes un hombre pobre, de profunda oración y que aprende no sólo en los libros sino también de su pueblo en su actividad apostólica. De regreso a Cracovia encontrándose próximo a la muerte exhorta a los hermanos a vivirla pobreza evangélica, "porque ella es el documento y el sello que nos da derecho a la vida eterna

San Fidel de Sigmaringa

Nace en 1577, a orillas del Danubio, en la pintoresca ciudad de Sigmaringa. Esta pequeña y hermosa ciudad se levanta graciosamente en el centro del ducado de Suabia, y es capital del distrito de Hohenzollern.

Juan Rey es el burgomaestre, caballero sin miedo y sin tacha, como decían los antiguos, católico por convencimiento y por tradición, jefe de una numerosa familia que Dios ha bendecido con larga mano. La reina de este hogar es Genoveva Rosenberger: ella dirige la casa por los caminos de la oración cotidiana, con alma de artista y de santa, y va modelando los tiernos corazones de sus pequeños en todas las virtudes y en todos los sacrificios. Suavidades y energías. A su sombra crecen los niños, entre juegos y lecciones, haciéndose hombres y cristianos. Los protestantes van invadiendo todo el territorio circunvecino: la casa de Juan Rey opone a ese avance una muralla de fe y de oración.

Uno de los niños se llama Marcos; es nuestro San Fidel. Despierto, juguetón, vivaracho; pero también eminentemente piadoso y aplicado al estudio. Todavía se conserva la cuna en que Genoveva meció los primeros sueños de Marcos: hoy es una reliquia venerable, y sobre ella las madres cristianas de Sigmaringa acostumbran a depositar los cuerpecitos delicados de sus hijos, apenas son bautizados.

Marcos Rey era un prodigio de inteligencia y de buena memoria; el latín, las matemáticas, la historia, la filosofía, entraron en su cabecita con facilidad y le hicieron sabio antes que llegase a ser hombre. Dícese que los discursos latinos que más tarde pronunció parecían escritos por el mismo Cicerón.

Movido por un hermoso espíritu de caridad, cursó la carrera de abogado en la célebre Universidad de Friburgo de Brisgovia, y pensaba: «Yo seré el defensor de los oprimidos». Cómo hizo Marcos Rey sus estudios, nos lo dice el mismo rector de aquel instituto, el profesor Andrés Zimmermann: «En la ciudad y en la Academia de Friburgo no había quien le igualase».

El joven llegó en poco tiempo a ser el estudiante de mayores simpatías entre cuantos le conocieron, por su carácter bondadoso, por su sólida piedad y por su cultura y cortesía admirables. Los barones de Stotzingen se fijaron en él cuando hubo que elegir un preceptor y un guía para su hijo. Este muchacho, rico y cristiano, quiso hacer un largo viaje de recreo y de estudio por diversas naciones europeas, en compañía de varios amigos. Y el «cicerone» más apropiado y de mayor confianza fue el joven Rey. Aceptó éste la proposición lleno de gozo; y el viaje fue para todos una serie no interrumpida de bellas emociones y de útiles enseñanzas. Para nuestro héroe fue especialmente providencial, pues le sirvió para estudiar el avance de los protestantes, en cuya conversión iba más tarde a trabajar con constancia y a morir con gloria. Afortunadamente conservamos algunos relatos de este viaje, debidos a la pluma del joven Stotzingen; son pinceladas preciosas que no pueden faltar en nuestro cuadro. «Durante su viaje por Francia, Marcos Rey tomaba parte en las controversias públicas, ora en las academias, ora en los clubs protestantes, refutando la doctrina antirreligiosa y antipatriótica de los reformados. Los jurisconsultos franceses no podían disimular su admiración ante aquel caballero alemán, de cortos años, que trataba las cuestiones más arduas con tanta facilidad como los que han encanecido en el estudio del derecho y de la teología... Casi todas las mañanas se acercaba a los santos sacramentos, sobre todo en las festividades de Jesucristo, de la Virgen y de San Francisco de Asís, e invitaba a sus compañeros de viaje a hacer lo mismo... Fue siempre devoto, piadoso, ejemplar; jamás le vi airado... En la cuaresma se disciplinaba todos los días y se ceñía el cilicio, como yo mismo pude observarlo con estupor...».

Seguramente que los estudiantes universitarios de nuestro tiempo leerán estas líneas con una sonrisa de desdén. Hoy son muy distintas las «ocupaciones» de nuestros muchachos. Frente al lema de Marcos Rey «mucho estudio, mucha oración, mucha penitencia», más de uno pondrá este otro programa: «nada de oración, poco estudio, mucho gozar». Pero es evidente que el primer programa puede producir héroes y santos; mientras que el segundo sólo producirá muñecos o criminales..

Terminada la carrera de abogado con brillo excepcional, Marcos Rey abrió su bufete en Ensisheim (Alsacia), poniendo su inteligencia y su corazón al servicio de todas las causas de la justicia y de la caridad. «Un día, dice Clemente de Brescia, se suscitó un pleito entre dos personas, y ambas partes designaron su abogado respectivo. El litigante que tenía más razón a su favor, eligió a Marcos Rey; el abogado de la parte contraria era un hábil tinterillo, ducho en todas las malicias y falto de escrúpulos de conciencia. Aquel rábula intrigante, que temblaba ante la idea de tener que habérselas con los serios argumentos y acrisolada honradez de Marcos, le llamó aparte y le dijo al oído: "Mira, querido; no veo la razón de tanta meticulosidad en la interpretación de las leyes. Hagamos un arreglo entre los dos, y ambos podremos sacar partido y provecho de este litigio"».

Marcos Rey quedó estupefacto ante la insolencia de su indigno colega, abandonó su bufete, colgó la toga, y empezó a pensar seriamente en retirarse del mundo, consagrando su vida a la causa de Dios y de la Iglesia. Se le presentó entonces a la memoria el recuerdo de varios amigos y condiscípulos suyos que hacía unos años dejaron las vanidades mundanas y vistieron el hábito capuchino; pero sobre todo se acordó de Jorge, el menor y el más querido de sus hermanos, que, en 1604, había entrado capuchino con el nombre de padre Apolinar de Sigmaringa, y que ahora era un fervoroso predicador del convento de Friburgo.

Tardó mucho tiempo en decidirse, pensando en cuál orden religiosa sería más apropiada a la índole de su espíritu. Le atraían los cartujos, por el culto que rendían a la soledad y al silencio; le gustaban los jesuitas, por su exquisita cultura y celo apostólico; pero le pareció que los capuchinos, a quienes había tratado más íntimamente, reunían el celo de los unos y la soledad de los otros. La oración fervorosa a que se entregó por aquellos días vino a despejar las dudas de su alma. Añadióse a esto el clamor de la fama de varios ilustres capuchinos cuyos nombres llenaban el mundo. Alemania y Suiza pregonaban la caridad sin límites del P. Esteban de Unterwalden y de sus compañeros, «los ángeles de los apestados»; Italia, Austria y España corrían en pos de la palabra fogosa de San Lorenzo de Brindis; San José de Leonisa había sido una de las primeras antorchas del apostolado católico; los jóvenes aristócratas franceses entraban en gran número a la Orden capuchina; por todas partes el nombre de los austeros monjes iba nimbado con una aureola de santidad; quizá el mismo Marcos Rey había conversado, en su reciente viaje por Europa, con alguno de aquellos famosos capuchinos, que eran el dique más formidable opuesto a los avances del Protestantismo. Lo cierto es que su decisión fue enérgica, madura e inquebrantable.

El obispo de Constanza, sabedor de los propósitos de Marcos Rey, le aconsejó que, antes de tomar el hábito, recibiera las órdenes sagradas, para que pudiese dedicarse inmediatamente al apostolado. Aceptó el joven tan cuerdo consejo, y en septiembre de 1612, contando 35 años de edad, el brillante abogado subía las gradas del altar, ordenado de sacerdote. Su primera misa la celebró en el convento de Friburgo el día 4 de octubre, fiesta de San Francisco de Asís. Un enorme gentío se congregó en la iglesia de los capuchinos para ver aquel insólito espectáculo de la renuncia de todas las ilusiones mundanas, ofrecido valientemente por el nuevo sacerdote. Después de la misa, fue vestido con el hábito que tanto había deseado; y en el mismo momento, Marcos Rey dejó su glorioso nombre seglar y se llamó el padre Fidel de Sigmaringa. El maestro de novicios, al imponerle el nuevo nombre, le dijo estas palabras que habrían de resultar espléndida profecía: «Sé fiel hasta la muerte, y recibirás la corona de la vida».

Hecha la profesión religiosa un año más tarde, el antiguo abogado tuvo que volver a las aulas, estudiando la teología en el seminario de Constanza. Su profesor escribió de él este bello elogio: «El padre Fidel poseía un juicio maduro y clarísima inteligencia. De genio alegre y de admirable serenidad, adivinábase toda la inocencia y candor de su alma. Me atrevo a decir que jamás cometió un pecado mortal. Sostengo que el P. Fidel era modelo de virtud, y muy superior, según creo, a todos los religiosos de su convento».

Tanto el nuevo sacerdote como su obispo y superiores ardían en deseos de que comenzasen cuanto antes los trabajos de la predicación. Todos se prometían inmensos bienes de su virtud eminente, de su celo y caridad, y hasta de sus cualidades externas. Era alto y bien formado, la frente despejada, barba regular, cabello rubio. Su mirada viva y penetrante tenía una dulzura irresistible. La voz era vibrante y melodiosa.

Muy pronto las esperanzas se convirtieron en la más hermosa y fecunda realidad. Si es cierto, como dice el Apóstol, que a veces Dios escoge para sus obras instrumentos débiles y despreciables al parecer, también es cierto que, en otras ocasiones, los elige hábiles y robustos, y Él mismo los forma en toda perfección para decoro y gloria de su Iglesia. El P. Fidel fue uno de esos instrumentos preciosos modelados por la bondad de Dios para la empresa titánica de la salvación de las almas.

Comienza el nuevo apóstol sus correrías evangélicas en Suiza y las continúa en Austria y en el sur de Alemania. El terreno es áspero, y la mala semilla crece por doquier: otros sembradores, Lutero, Zwinglio, Calvino, le han precedido, y han dejado el campo plagado de cizaña. Su auditorio es una mezcla heterogénea de católicos y de herejes, de gente culta y de curiosos ignorantes. Su palabra va derecha a las almas, limpia de ornatos literarios, caldeada en amor de Dios, rebosante de caridad. «Hablaba con tanta suavidad, mansedumbre y eficacia, que los mismos herejes confesaban no haber oído ni visto jamás a un predicador más piadoso y atrayente... Muy pronto los adversarios se trocaron en amigos. Visitaba a los enfermos, consolaba a los tristes, apaciguaba las discordias. Protestantes y católicos le llamaban "el Ángel de la paz"».

El secreto de su maravillosa eficacia estaba en la oración; jamás subió al púlpito sin recogerse una hora antes junto al sagrario, la primera y mejor fuente de sus sermones. Mas no descuidaba tampoco la preparación científica: las páginas que conservamos de su pluma, están salpicadas de citas y textos escriturarios y patrísticos, de observaciones místicas, de profundos pensamientos y de consideraciones originales. Se ve en esas páginas al hombre de oración y de estudio. Un día predicó sobre la resurrección de Lázaro, y comentó las lágrimas de Cristo ante el sepulcro de su amigo en esta forma: «Jesús llora, y nosotros, pecadores, permanecemos tranquilos, como si nada malo hubiéramos hecho. Hemos pecado: ¿qué hacer ahora? ¿No lloraremos lágrimas de arrepentimiento? Pobre pecador, ¿qué es lo que ve Cristo en ti, que le aflige y le hace llorar? Es tu alma muerta, y sobre ella se desconsuela y llora. Él te pregunta: ¿Dónde la has puesto? ¿En las riquezas? Sal del sepulcro; no pongas en ellas tu corazón. ¿Dónde la has puesto? ¿En la usura? ¿En los intereses? Sal del sepulcro; ¿de qué te servirá ganar todo el mundo, si pierdes tu alma? ¿Dónde la has puesto? ¿Quizá en las pasiones de la carne? Pues ni los impúdicos ni los adúlteros entrarán en el reino de los cielos. Sal del sepulcro, antes que hagas de tus pecados una costumbre maldita, antes que empieces a despedir el hedor de tus malos ejemplos, antes que tus manos y pies se vean atados por la dificultad de obrar el bien, antes que en tu rostro deje marcadas sus huellas el pecado. Sal del sepulcro. Aun cuando seas un Lázaro, muerto de cuatro días, Cristo te llama: Lazare exi foras; levántate y sal afuera».

Esta página, donde el abogado se esconde detrás del apóstol, parece arrancada de las obras de San Juan Crisóstomo; difícilmente se hallará nada más enérgico, más contundente o más oportuno.

La verdad, en labios del P. Fidel, estaba siempre por encima de todas las otras conveniencias y respetos humanos. En Altdorf, un caballero le dijo después de escuchar uno de aquellos valientes sermones: «Padre, si queréis comer aquí buena sopa, debéis predicar de otra manera». «¿Y qué me importan a mí vuestras sopas?», le contestó el misionero. «Tened entendido -añadió- que yo no predico para que no me falte vuestra comida, sino que hablo lo que me manda la conciencia».

El valor de este apóstol es, en verdad, sorprendente. Descalzo, pobremente vestido, llevando en sus manos un crucifijo y un breviario, que eran todas sus riquezas, atravesaba los valles cubiertos de nieve, las imponentes montañas de Suiza, los ríos helados; entraba en las guaridas de los protestantes y en las chozas de los mendigos; hablaba en las iglesias y en las plazas públicas; siempre sereno y lleno de fervor, sin miedo a las continuas asechanzas que los adversarios le armaban.

El cargo de Superior, que desempeñó en los conventos de Rheinfelden, de Friburgo (Suiza) y de Feldkirch, no fue obstáculo para sus incesantes trabajos y numerosas predicaciones.


Todas las virtudes cristianas y monásticas parecían haberse dado cita en el corazón del P. Fidel, y en todas se presenta como modelo de acabada perfección. En la pobreza, se le hubiera tomado por uno de los mejores discípulos del Pobrecillo de Asís; en la humildad era un caso excepcional, pues, a pesar de sus virtudes y talentos, vivía entre sus hermanos como si fuese el más indigno y pecador; en la pureza del corazón era un espejo claro de los cielos, sin nubes ni manchas; en la penitencia, tendríamos que escribir una página horrorosa de mortificaciones, disciplinas, ayunos y cilicios. Obediente hasta el heroísmo a la voz del superior; fervoroso y extático en la oración, como los ángeles que contemplan el rostro divino. Su devoción a la Virgen María fue una de las notas más bellas en aquel concierto de virtudes; tenía las ternuras de un enamorado, las confianzas de un hijo y las delicadezas de un poeta.

Todas estas virtudes, practicadas en grado heroico, daban a su palabra una eficacia maravillosa: un día, dos prominentes herejes, Rodolfo de Salis y Lorenzo Gopffer, caían a sus pies después de larga conversación, y abjuraban públicamente sus errores; otro día, todo un pueblo abandonaba las filas del Protestantismo, ante la virtud y la elocuencia celestial del apóstol capuchino. Los procesos de beatificación y canonización están llenos de interesantes detalles sobre las innumerables conversiones, sobre las disputas públicas y privadas con los corifeos del error, sobre los milagros y profecías del siervo de Dios.

Su actividad no cesaba un momento. Fue nombrado capellán militar, y los soldados llegaron a ser sus mejores amigos; y cuando había alguna falta que corregir o reprender, el P. Fidel no se detenía ante los galones ni ante las estrellas de los más altos jefes; los enfermos le llamaban a gritos, y los condenados a muerte pedían, como última gracia, la compañía animadora del capuchino. «En el cuartel, en el hospital, en las ambulancias, la aparición de un ángel del cielo no habría causado mayor alegría que la presencia del P. Fidel», dice un cronista.

Para contrarrestar de alguna manera la ola de inmoralidad y de libertinaje que invadía la ciudad de Feldkirch y su comarca, emprendió una campaña tenaz; uno de sus sermones, lleno de vehemente indignación, levantó gran polvareda. Varias señoras y caballeros de la aristocracia llevaron al Senado de la ciudad una reclamación contra el predicador. El P. Fidel, lleno del espíritu de Dios, sereno, elocuentísimo, se presentó en la asamblea y habló sobre la urgencia de cortar de raíz aquellos abusos que él había denunciado desde el púlpito. «Todos unánimemente aprobaron su opinión -escribe un autor-. El Senado votó un reglamento destinado a contener el curso desbordante del lujo, del libertinaje y del desprecio a las leyes de la Iglesia; prohibió en absoluto la venta de libros o escritos contrarios a la religión católica, y mandó inspeccionar las librerías y arrojar al fuego todas las producciones de la mala prensa». Los efectos de aquella decidida intervención del padre Fidel fueron admirables: al poco tiempo, la ciudad estaba desconocida; y la modestia, la caridad y las costumbres puras y cristianas volvieron a florecer entre los habitantes.

Sólo diez años vistió el padre Fidel el hábito capuchino; pero en tan corto tiempo, el fruto de su palabra y el ejemplo de su vida santa hicieron más fruto que un ejército de misioneros. Por dondequiera que pasaba el predicador capuchino, dejaba el recuerdo inolvidable de su santidad y de su doctrina.


El día 14 de enero de 1622 es una fecha memorable en los anales de la Iglesia Católica. El Papa Gregorio XV, después de varias tentativas y ensayos realizados por sus antecesores, celebró la primera sesión de la Congregación de la Propaganda, en el Palacio del Cardenal Sauli. Unos meses más tarde, el 22 de junio del mismo año, la Congregación quedaba definitivamente fundada por medio de la bula pontificia «Inscrutabili». El objeto de esta Congregación, uno de los organismos más eficaces de la Curia Romana, es el de preocuparse de la difusión del Evangelio en todas las naciones del orbe, fundando misiones y ayudando a los misioneros, especialmente en países de infieles. Esta Congregación está ligada, en sus orígenes, a la Orden Capuchina. El historiador protestante Ranke y otros afirman claramente que uno de los fundadores y propagadores más entusiastas de esta magnífica institución fue el célebre predicador capuchino Jerónimo de Narni, a quien el cardenal Belarmino comparaba con San Pablo, por el fuego y la elocuencia de sus predicaciones. Otro capuchino, nuestro Fidel de Sigmaringa, estaba señalado por Dios para ser el primer mártir y uno de los más bellos ornamentos de aquella Congregación.

Los cardenales que formaban parte de la Propaganda desde la primera sesión de enero, se interesaron especialmente por enviar predicadores a las regiones de Europa más amenazadas por el Protestantismo; y se organizó una expedición de capuchinos que partió inmediatamente a la Alta Rezia. El padre provincial escogió al padre Fidel de Sigmaringa, superior del convento de Feldkirch, que había conocido anteriormente toda la comarca de los grisones, como superior de los misioneros capuchinos de aquella región; y el Nuncio Apostólico monseñor Scappi le dio amplias facultades de índole espiritual.


Por aquellos días, los grisones estaban bajo el yugo de la dominación austríaca, lo que contribuía a hacer más delicada y violenta la situación. Las tropas austríacas católicas reprimían, a veces sangrientamente, todos los avances del Protestantismo; y los grisones, exasperados por su fanatismo sectario y por el mal trato de los soldados austríacos, declararon guerra a muerte a todos los enemigos de sus errores y de su independencia. El historiador imparcial no puede aplaudir la conducta del ejército católico; pero tampoco sería justo confundir los desordenados actos de los subalternos con la recta y noble intención de sus jefes.

El padre Fidel, que lamentaba sinceramente los abusos cometidos, se propuso remediarlos con su admirable espíritu de caridad y con su intervención prudente y comedida. Anhelando con toda su alma la conversión de los grisones, emprendió su último viaje favorecido con la benevolencia de los caudillos austríacos y armado de facultades espirituales extraordinarias como misionero de la Propaganda. El correo portador de los documentos en que se nombraba al P. Fidel misionero y Prefecto dependiente de la Congregación, no pudo llegar a tiempo: el apóstol se había apresurado a dar su sangre y su vida por la fe.

El 14 de abril del mismo año, 1622, dejó su amada ciudad de Feldkirch y partió para el cantón de los grisones; pero antes quiso despedirse de sus amigos y de todo el pueblo. Subió al púlpito, alrededor del cual se había congregado una inmensa multitud, y dijo con voz serena: «Esta es la última vez que os predico; por voluntad de Dios debo ir a la Rezia, y allí seguramente, y con gran placer mío, he de acabar mi vida, asesinado por los herejes en odio a la fe católica». «Yo -dice un testigo- asistí a aquella última predicación de Feldkirch, en la que declaró abiertamente que iba a predicar a los herejes y que no volvería vivo».

A un compañero le dijo en el momento de la despedida: «Sé que voy a morir asesinado». Las últimas cartas que escribió terminaban con esta firma: «Fray Fidel, que pronto será pasto de gusanos».

Al llegar a su destino, viendo ante sí el abrupto valle del Pretigau, dijo a sus acompañantes en tono profético: «¡No saldré vivo de esta comarca!»


Todas estas profecías tuvieron cumplimiento rápido y exacto. Sólo diez días pasó el P. Fidel en la última excursión por aquella tierra infestada de herejes, fanáticos discípulos de Lutero, Zwinglio y Calvino. El valle del Pretigau es frío y desolado en extremo; «y el corazón de sus habitantes -dice un escritor-, está en perfecta armonía con aquel clima y con aquellas asperezas».

El día 23 de abril, una comisión de protestantes se acercó al P. Fidel y le invitó hipócritamente a predicar en el pueblecito de Seewis, añadiéndole con falso arrepentimiento: «Estamos avergonzados del escándalo que promovimos en uno de vuestros sermones; os juramos tener más calma y seros obedientes en lo sucesivo». Pero el misionero no se engañaba, y dijo a uno de sus colegas: «No espero cosa buena de los habitantes de Seewis; no obstante, iré para cumplir hasta el fin los deberes de mi cargo».

Al día siguiente, muy de madrugada, el siervo de Dios se confesó, sabiendo que era la última vez que lo hacía, dijo devotamente su misa, predicó e hizo después larga oración, aceptando gustoso la horrible muerte que le esperaba y que Dios le había revelado; y se puso en camino para el sacrificio.

La iglesia de Seewis estaba repleta; los enemigos se habían apresurado a tomar todas las posiciones. El capuchino subió serenamente al púlpito; pero luego palideció un instante; había encontrado allí un papel con estas palabras: «Hoy predicarás; pero éste será tu último sermón». Y predicó con inaudito valor, fustigando la incredulidad, el amor propio, las pasiones y los vicios. De repente, sonó un estampido: una bala, dirigida contra el orador, pegó en la pared del púlpito. El tumulto de la gente despavorida fue espantoso; y en medio de una gritería ensordecedora, los herejes asesinaron a los soldados austríacos que custodiaban las puertas de la iglesia. Mientras tanto, el P. Fidel había descendido del púlpito y se postró ante el altar. El sacristán se acercó para aconsejarle cautela; pero el capuchino le replicó: «Estad tranquilo; no me importa la vida; ya la he puesto en manos de Dios y de su Madre». Pocos instantes después, salió por la puerta de la sacristía. El barón de Felds se acercó al misionero y le acompañó por las afueras de la ciudad; así llegaron al vecino campo de Seljanas... Una turba de protestantes cayó entonces sobre ellos. El barón fue conducido a un castillo cercano, y el P. Fidel quedó solo en medio de sus enemigos... «¿Aceptáis nuestra fe?», le dijeron. «Yo -repuso el santo- no he venido aquí para hacerme hereje, sino para extirpar la herejía. En cuanto a mi cuerpo, haced de él lo que queráis». Una espada que fulguró rápidamente vino a terminar aquel diálogo, cayendo con fuerza sobre la cabeza del misionero. «¡Jesús, María, ayudadme!», exclamó; y se postró de rodillas, mientras la sangre borboteaba en la herida. Pero la rabia satánica de aquellas fieras no se saciaba tan fácilmente: palos, espadas y mazas de hierro se ensañaron en la víctima que murmuraba sus últimas palabras: «Señor, perdónalos. Jesús, tened piedad de mí. María, asistidme».

Eran las once de la mañana del 24 de abril de 1622. El P. Fidel contaba 45 años de edad y 10 de vida capuchina. El mártir, aun con aliento, quedó tendido en medio del campo, cubierto de heridas y de sangre. Dícese que en aquel mismo sitio brotó una fuente milagrosa que todavía existe, «la fuente de San Fidel». Poco tiempo más tarde, unos soldados que fueron en peregrinación al lugar del martirio, hallaron una flor desconocida, de color y perfume deliciosos; los peritos botánicos que la vieron tuvieron que clasificarla con este nombre: es una flor milagrosa y celestial.

San Fidel de Sigmaringa, el apóstol de los grisones, fue beatificado por Benedicto XIII y canonizado por Benedicto XIV. Es el protomártir de la Sagrada Congregación de Propaganda.

Su sepulcro, en la catedral de Coira, ha sido un semillero de milagros y un caudal inagotable de gracias espirituales, no sólo para los católicos, sino también para muchos protestantes que han reconocido la verdadera fe junto a esa tumba gloriosa. El apóstol no ha terminado su misión: como buen soldado, sigue en su puesto de avanzada.

San Jorge de Capadocia

Jorge de Capadocia es el nombre de un hipotético soldado romano de Capadocia (en la actual Turquía), mártir y más tarde santo cristiano. Se le atribuye haber vivido entre 275 o 280 y el 23 de abril de 303. Es considerado pariente de santa Nina.

Su popularidad en la Edad Media le ha llevado a ser uno de los santos más venerados en las diferentes creencias cristianas e incluso —en un fenómeno de sincretismo— en las religiones afroamericanas y musulmana de Medio Oriente especialmente Palestina donde le llaman Mar Giries (árabe cristiano) o Al-Khader (árabe tanto cristiano como musulmán).

Hay mucha controversia sobre este santo, pues algunas iglesias no lo aceptan como tal y la propia Iglesia Católica hizo su culto opcional hace medio siglo. Esto es debido a que se duda muchísimo de que San Jorge fuera un personaje que realmente existiera, ya que lo más probable es que su vida sea una mera leyenda, al igual que lo es la leyenda de la lucha con el dragón, que ni siquiera es una leyenda original, ya que surgió en la Edad Media. Aun así su culto sigue siendo muy popular especialmente en la Europa mediterránea (sobre todo en España, Grecia y Portugal).

Vida legendaria de Jorge de Capadocia
La leyenda -posiblemente originada en el siglo IV- cuenta la historia de Jorge, un romano que tras morir su padre -Geroncio, oficial del ejército romano- se trasladó con su madre Policromía hasta la ciudad natal de ésta: Lydda -actual Lod (Israel)-. Allí, Policromía pudo educar a su hijo en la fe cristiana y poco después de cumplir la mayoría de edad se enfiló en el ejército. Debido a su carisma, Jorge no tardó en ascender y, antes de cumplir los 30 años fue tribuno y comes, siendo destinado a Nicomedia como guardia personal del emperador Diocleciano (284-305).

En 303, el emperador emitió un edicto autorizando la persecución de los cristianos por todo el imperio, que continuó con Galerio (305-311). Jorge, que recibió órdenes de participar, confesó que él también era cristiano y Diocleciano ordenó que le torturaran sin éxito. Por ello, fue ordenado que se le ejecutara. Tras ser decapitado frente a las murallas de Nicomedia el 23 de abril de 303, los testigos convencieron a la emperatriz Alejandra y a una anónima sacerdotisa pagana a convertirse al cristianismo y unirse a Jorge en su martirio. Una vez muerto, el cuerpo de Jorge fue enviado a Lydda para que fuera enterrado.

Veneración como mártir
La historia anterior es, en el mejor de los casos, dudosa. Sin embargo, su veneración como mártir comenzó relativamente pronto. Se tienen noticias a través de relatos de peregrinos de una iglesia construida en Diospolis (la antigua Lydda) en su honor durante el reinado de Constantino I, que se convirtió en el centro del culto oriental a Jorge.

Hacia los años 518–530, el archidiácono y bibliotecario Teodosio relata que Diospolis era el centro del culto de Jorge. Un peregrino anónimo de Piacenza menciona lo mismo hacia el 570.

La iglesia fue destruida en 1010 y más tarde reconstruida por los cruzados. En 1191 y durante la Tercera Cruzada (1189–1192), la iglesia fue destruida de nuevo por las fuerzas de Saladino. Una nueva iglesia fue erigida en 1872 y aún se mantiene en pie.

Durante el siglo IV, la veneración al santo se extendió desde Palestina al resto del Imperio Romano de Oriente. En el siglo V su popularidad llegó a la parte occidental del imperio.

Canonización
En 494 Jorge de Capadocia fue canonizado por el papa Gelasio I, mas lo incluyó junto con «...aquellos cuyos nombres son justamente reverenciados, pero cuyos actos sólo son conocidos por Dios».

Esta afirmación no evitaría la creación de diversas historias apócrifas sobre su vida, varias de ellas llenas de milagros. De acuerdo con la Enciclopedia Católica, el texto más antiguo preservado sobre la vida del santo se encuentra en el Acta Sanctorum, identificado por estudiosos como un palimpsesto del siglo V, «lleno de extravagancias y maravillas más allá de cualquier credibilidad».

Hacia finales del siglo VI, el abad irlandés Adomnanus de la abadía de la isla de Iona relata algunas de las leyendas orientales de Jorge recogidas por el obispo galo Arkulf en su peregrinaje a Tierra Santa en el año 680.

En los comienzos del Islam, el santo cristiano se unió —a través del sincretismo religioso y cultural— con el profeta judío Elías, el predicador judío samaritano Phineas y el santo islámico al-Hadr ('el verde', del árabe hadir) para formar una figura religiosa que era y todavía es venerada en las tres grandes religiones monoteístas.

El nombre de al-Hadr es más corrientemente transcrito como al-Khidr o al-Khadir, mientras para el habla hispana sería más correcto al-Jadir o al-Jidr.

La historia de al-Jidr con el profeta Moisés en el Sagrado Corán árabe: al-Qur'an al-Karim donde se le llama Musa se encuentra en la azora 18, Surat al-Kahf. Es una historia característica para las realidades místicas y gnósticas del sufismo, la ciencia esotérica del Islam.

La leyenda del dragón

En el siglo IX aparece otra popular historia: San Jorge a caballo como vencedor de un dragón. Esta historia, que es parte de la La leyenda dorada, también es conocida como «San Jorge y el dragón», y es el probable origen de todos los cuentos de hadas sobre princesas y dragones en Occidente.

Debe tenerse en cuenta que la leyenda se relata en diversas partes de Europa (como por ejemplo el mito griego de Perseo) y Asia Menor como propia (e incluso en el Japón, donde se puede equiparar a Jorge con el dios del trueno Susano-oh, a la princesa con la doncella Kushinada y al dragón con Yamata-no-Orochi), así que los detalles varían según la tradición local.

La leyenda occidental medieval comienza con un dragón que hace un nido en la fuente que provee de agua a una ciudad. Como consecuencia, los ciudadanos debían apartar diariamente el dragón de la fuente para conseguir agua. Así que ofrecían diariamente un sacrificio humano que se decidía al azar entre los habitantes. Un día resultó seleccionada la princesa local.

En algunas historias aparece el rey, su padre, pidiendo por la vida de su hija, pero sin éxito. Cuando estaba a punto de ser devorada por el dragón, aparece Jorge en uno de sus viajes (a menudo a caballo), se enfrenta con el dragón, lo mata y salva a la princesa. Los agradecidos ciudadanos abandonan el paganismo y abrazan el cristianismo.

La historia, antiguamente considerada verdadera, ha sido abandonada progresivamente. Por otra parte, pocos dudan de que contenga un rico simbolismo religioso, para el que se han propuesto diversas interpretaciones.

Una antigua interpretación cristiana del mito: Jorge sería el creyente, el caballo blanco la Iglesia y el dragón representaría el paganismo, la idolatría, la tentación y Satanás.
Algunos historiadores laicos consideran que la historia tiene raíces más antiguas que las cristianas. En Capadocia, como una de las primeras regiones en adoptar al santo, puede que haya habido una integración de elementos paganos. Un candidato a predecesor de Jorge de Capadocia es el dios Sabacio, padre celestial de los frigios, conocido como Sabazius por los romanos. Evidentemente su imagen a caballo arrollando a una serpiente es el origen de la popular imagen de San Jorge sobre un caballo blanco.
Por otra parte, la historia de Jorge y el dragón tiene muchos elementos comunes con el antiguo mito griego de la princesa etíope Andrómeda y su salvador y posterior esposo Perseo, vencedor de la gorgona Medusa. En ambos casos hay un dragón / gorgona con su decapitación, una princesa y una recompensa, en un caso el matrimonio, en el otro la conversión de la ciudad. Algunas de las leyendas sobre Jorge y el dragón sitúan la acción en Libia (antiguamente, toda África del norte al oeste de Egipto), es decir, la acción en ambos casos se sitúa en distantes reinos «mágicos».
Finalmente, el origen podría estar en una manifestación alternativa de Miguel Arcángel, que está al frente de las huestes celestiales.

Popularidad en Occidente
Se puede demostrar que en el reino Franco merovingio ya se veneraba a Jorge de Capadocia en el siglo VI.[cita requerida] Sin embargo, no fue hasta la Alta Edad Media, la época de las cruzadas y de la caballería, que se extenderá el culto en Europa.

Jorge se convirtió en el protector de los cruzados en la conquista de Jerusalén (15 de julio de 1099). Como miles Christi, es decir, 'soldado de Cristo', se convirtió en patrón de los caballeros y soldados, y en protector de algunas órdenes religiosas militares, como la Orden Teutónica (siglo XII) o los templarios.

Hacia el siglo XII, la leyenda áurea se extendió por Europa. Santiago de la Vorágine (hacia 1230 – 13 de julio de 1298), arzobispo de Génova escribió la Legenda sanctorum, una colección de fábulas sobre distintos santos. La historia de Jorge de Capadocia destacaba entre otras. El libro, por el valor que tenía a ojos de los lectores del siglo XIII, acabó conociéndose como Legenda aurea o Leyenda dorada.

La información contenida en sus 177 capítulos (que en otras ediciones son 182) actualmente se considera falsa, pero de notable valor literario. Se estima que el libro tuvo una profunda influencia en la extensión de la leyenda en Occidente, tanto a nivel popular como en la literatura y la pintura de Europa Occidental.

En los últimos siglos de la Edad Media, Jorge se convirtió en patrón de ciudades, burgos y casas nobles; también llegó a ser el primero de los 14 santos ayudadores como protector de los animales domésticos.

Jorge de Capadocia en Eurasia

Alemania
En el siglo IX (o quizás posteriormente el siglo XI) aparece en Alemania la Canción de San Jorge. La canción, basada en precedentes latinos y redactada en alto alemán, cuenta el martirio del santo. Es atribuida al primer poeta conocido en lengua alto alemana, Otfrido de Wissenbourg (hacia 800–después de 870), aunque sólo se puede demostrar la existencia de la canción a partir del siglo XI. El origen podría estar en el monasterio de Prüm, al que el emperador Lotario I (840–855) donó un brazo cercenado y disecado, diciendo que era una reliquia de San Jorge. Eso lo convirtió en el centro de veneración de los francos.

Sin embargo, el lenguaje alto alemán indica un origen en la isla de Reichenau. Hacia el siglo IX —gracias a la mediación del arzobispo de Maguncia y abad de Reichenau Hatto III (891–913)— llegaron desde Roma, entre otras reliquias, un cráneo que era atribuido a Jorge. Para esta reliquia se construyó la iglesia de San Jorge.

Esta iglesia, declarada en el siglo XX Patrimonio de la Humanidad por la Unesco, ha conservado pinturas murales del siglo X con escenas de la vida de Jesucristo tomadas de los Evangelios. Como consecuencia, Reichenau se convirtió en un gran centro de veneración de Jorge de Capadocia, que extendió su influencia hasta el convento de Sankt Georgen (1084/1085) en la Selva Negra. La ciudad principal de la Selva Negra, Friburgo de Brisgovia, tiene San Jorge como su patrón.

Francia
Existen 81 localidades y varios centenares de iglesias con el nombre de Saint-Georges.

Georgia
San Jorge es el patrón de Georgia. La bandera actual es una Cruz de San Jorge y el escudo tiene una representación del santo a caballo matando al dragón.

Los georgianos se autodenominan Kartvelebi (ქართველები) y su país Sakartvelo (საქართველო). El nombre occidental de "Georgia" se deriva del persa گرجی Gurji a través del árabe Jurj.

La escritura del nombre ha sido influenciada por la raíz griega geōrg- (γεωργ-, la misma raíz de Γεώργιος 'Georgios') y por etimología popular se creyó que el nombre provenía de San Jorge.

La palabra persa گرجی Gurji y la relacionada armenia Vrastan parecen estar relacionadas con el nombre Iberia, con pérdida de la i- inicial y sustitución de la b por w o v.[cita requerida]

Para los georgianos, San Jorge se celebra el 14 de agosto, tradición que proviene directamente de la fiesta del dios Luno (Jorge blanco).

Grecia
Jorge de Capadocia sigue siendo venerado en Grecia, donde se le ha dado el nombre de Gran Mártir.

Para los eslavos de Corinto, la celebración del «San Jorge Verde» toma el aspecto folclórico de un rito para obtener lluvia.

España y Portugal
En la Edad Media, Jorge pasó a ser patrón de la Corona de Aragón y de Portugal.

La Corona de Aragón
En 1096, las huestes del rey Sancho Ramírez de Aragón asediaban la ciudad de Alcoraz, cerca de Huesca. Tras recibir ayuda desde Zaragoza, los asediados consiguen matar al rey, pero ganan la batalla de Alcoraz, según la tradición, gracias a la aparición de San Jorge. Posteriormente el rey Pedro I de Aragón conquista Huesca tras invocar la ayuda del santo. Cuenta la leyenda que el mismo día estuvo ayudando a los cruzados en Antioquía y que, en un momento de la batalla, subió a la grupa de su caballo a un caballero teutón descabalgado; más tarde, ese mismo caballero se vio envuelto en la batalla de Alcoraz.

Sobre todo a partir del siglo XIII surgen numerosas leyendas y apariciones en el reino. Así, Jaime I el Conquistador cuenta que en la conquista de Valencia apareció el santo: «Se apareció San Jorge con muchos caballeros del paraíso, que ayudaron a vencer en la batalla, en la que no murió cristiano alguno». Más tarde, el rey Jaime cuenta de la conquista de Mallorca que «según le contaron los sarracenos, éstos vieron entrar primero a caballo a un caballero blanco con armas blancas», que él identifica con Jorge.

El patrocinio de Jorge de Capadocia sobre los reyes de Aragón y, por extensión, sobre toda la Corona de Aragón se reconoce oficialmente a mediados del siglo XV durante el reinado de Juan II de Aragón y Navarra, que lo nombra patrón del Reino y de la Diputación del General, principal institución foral en caso de no estar convocadas las Cortes.


  • Aragón Actualmente el 23 de abril, día de San Jorge es festivo en Aragón, que celebra ese día el Día de Aragón.La cruz de San Jorge aparece en el tercer cuartel del Escudo de Aragón, junto con cuatro cabezas de moros, representando la victoria de Pedro I en la batalla de Alcoraz, el primer gran hito de la reconquista y donde 40.000 hombres lucharon por Huesca en 1096. Completan el escudo los cuarteles del Árbol de Sobrarbe (fueros que defendían la ley sobre el rey según la tradición), La Cruz de Íñigo Arista (vinculación entre Aragón y Navarra), la llamada Cruz de Alcoraz, introducido como emblema de Pedro III el Grande en el siglo XIII, y las Barras de Aragón, cuya existencia y uso por la casa Aragón como emblema heráldico data del reinado de Alfonso II el Casto. Las barras fueron el emblema de los Reyes de Aragón que, como otros señores en la Edad Media, fueron vasallos de Roma y Aviñón; los colores del emblema son los mismos que los usados por los Papas. Posteriormente se convirtió en el símbolo de la Corona de Aragón). Pedro IV el Ceremonioso promovió la devoción de los reyes de Aragón a San Jorge y adoptó como divisa heráldica una cimera con un dragón. De ahí el entramado que hizo a Jorge patrón de Aragón, por serlo de su rey, y con ello de todos los reinos que componían la Corona de Aragón. El modelo del escudo de Aragón, tal y como fue aprobado tras la transición española, aparece impreso por primera vez en Zaragoza, en las prensas del impresor alemán y «magnifico maestre Paulo Hurus» el 12 de septiembre de 1499.
  • Cataluña La cruz de San Jorge es el primer emblema de la Generalidad de Cataluña. Actualmente la cruz aparece en el escudo de Barcelona. Según el Costumari Català de Joan Amades, el hecho de que Jorge sea el patrón de los caballeros es debido a la ayuda que prestó al rey Pedro I de Aragón en la batalla del Alcoraz, en Huesca, en el año 1096 contra los musulmanes. Para agradecer la gesta, el rey lo nombró no sólo patrón de la caballería, sino de la nobleza del Reino de Aragón. Este patronato se extendió a la posterior Corona de Aragón la cual abarcaba el Condado de Barcelona. En Cataluña la fiesta del Día de San Jorge se generalizó también a mediados del siglo XV. En 1456 se oficializa el patronazgo al declarar las Cortes Catalanas el día 23 de abril como festivo.1 La fiesta se ha convertido con el tiempo en el día de los enamorados: el enamorado regala a la amada una rosa roja. Más tarde se generalizó la costumbre de que, como contrapartida, las mujeres regalaran un libro a sus amados. En Montblanch se representa el 23 de abril la leyenda de San Jorge y el dragón, ya que se conmemora la ocurrencia de los hechos en la ciudad. Y en San Clemente Sasebas hay una procesión a la Roca Encantada, donde se supone que hay un gran tesoro que sólo puede ser encontrado esa noche.
  • Comunidad Valenciana El santo es muy venerado en Alcoy y Bañeres, donde se celebran en su honor las fiestas patronales de «moros y cristianos» (Moros y Cristianos de Alcoy, y Moros y Cristianos de Bañeres) las fiestas de moros y cristianos de Alcoy son reconocidas en todo el mundo pues son de tal espectacularidad que los días 22, 23 y 24 de abril, días en los que se celebra dichas fiestas, la ciudad de Alcoy se engalana y las calles del centro de Alcoy se abarrotan para ver los diferentes actos llenos de historia y belleza que convierten a esta ciudad en un importante reclamo turístico. En Bañeres, además, se escenifica cada tres años la famosa Leyenda del dragón y la princesa, organizada por la Associació de la llegenda de Sant Jordi.

Resto de España
Castilla y León
Es patrón de Olmedo de Camaces y de Santiago de la Puebla, ambas localidades de la provincia de Salamanca, que celebran su festividad el 23 de abril como también lo hacen los habitantes de San Esteban de Nogales, provincia de León, en cuya iglesia se guarda una reliquia: el casco del santo matadragones.
Extremadura
Jorge de Capadocia es patrón de la ciudad de Cáceres, siendo festividad local el 23 de abril, y celebrándose en la noche del 22 de abril (víspera del día del patrón) con la quema del dragón en la Plaza Mayor.
La Rioja
Es patrono de Santurdejo. El día de su festividad se celebran danzas y procesiones en su honor. Antiguamente gente enferma de todos los rincones se acercaban a la iglesia de San Jorge en Santurdejo y daban vueltas a su alrededor para ser curados por los milagros del Santo.
Castilla-La Mancha
Es patrón de Villanueva de Alcardete, (Toledo). En ese día, 23 de abril, se celebra misa y procesión. Novenario, vísperas, verbenas, música y folklore popular completan un amplio programa que la hermandad o el Ayuntamiento organizan y financian. El mismo día 23, por la tarde, se hace una puja con los regalos que los vecinos hacen al santo. Antiguamente se regalaban animales que luego se subastaban y la recaudación servía para las obras del santo y su hermandad. Ahora se subastan roscos, panes, etc. También se hacen las típicas caridades (tortas de harina sin sal ni levadura cocidas en horno) que se adquieren para ayudar a mantener la festividad. Ya en 1606 se celebraba esta fiesta con toros, según consta en el archivo del Ayuntamiento, pero la climatología impide un año sí y otro también que los toreros, a veces, no puedan ni hacer el paseíllo.
Es patrón de Aldea del Rey, Ciudad Real. En este municipio de La Mancha se encuentran el Sacro-Convento Castillo de Calatrava La Nueva y el Palacio de Clavería, también perteneciente a la Orden de Calatrava. Desde hace unos años la festividad se celebra durante el fin de semana posterior al día 23 de abril. El viernes es el día de fiesta local, el sábado se celebran las vísperas en honor al Santo y el domingo es el día grande en el que se celebra la misa por la mañana y por la tarde noche una procesión que recorre las calles principales de la localidad y a la que todos los hermanos de dicha hermandad asisten. El distintivo de la hermandad es una banda cruzada con los colores de la bandera de España y la Cruz de la Orden de Calatrava bordada en el centro.
Asturias
En Asturias se denomina San Xurde y es el encargado de dar muerte al Cuélebre, que es una gran serpiente a la que se le representa con crines, orejas, alas de murciélago (cuando ya es viejo), y custodiando un gran tesoro en una cueva o al lado de una fuente protegiendo a las Xanas. Será con la llegada del cristianismo cuando el Cuélebre deje de tener el papel de Guardián cambiándolo por el de dragón devorador de ganados y vírgenes. Al Cuélebre solo se le puede dar muerte clavándole una espada en el cuello, o dándole de comer una hogaza de pan llena de alfileres o de piedras calentadas al rojo.

Portugal
Parece ser que los cruzados franceses que ayudaron a Alfonso I de Portugal en la conquista de Lisboa en 1147, introdujeron el culto a Jorge en Portugal. Sin embargo, se cree que no fue hasta la época de Alfonso IV en la que se pasó a usar el nombre de San Jorge como grito de guerra, en lugar de Santiago.

Nuno Álvares Pereira, condestable de Portugal y profundo devoto del santo, consideraba a Jorge como adalid de la victoria de Aljubarrota contra los castellanos.

También Juan I de Portugal era devoto de Jorge. Tanto es así que sustituyó a Santiago por Jorge como santo patrón de Portugal. En 1387 ordenó que su imagen a caballo fuera sacada en la procesión de Corpus Cristi, tradición que se extendió también al Brasil.

Ya en 1386, Inglaterra y Portugal —unidas también por el patronato de San Jorge— firmaron la alianza anglo-portuguesa, que todavía sigue en vigor.

Hungría
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Desde antes de la fundación del reino húngaro en el año 1000, la figura de San Jorge y San Marín se hallan estrechamente ligadas a los cultos religiosos. Cuando el rey San Esteban I de Hungría condujo sus ejércitos contra el líder pagano Cupan en 997, según las crónicas y leyendas estos marcharon bajo las banderas de San Jorge y San Martín. Varias Iglesias y monasterios fueron santificados en honor a San Jorge durante los siguientes 300 años, aunque el culto de estos dos santos caballeros fue gradualmente opacado por el del rey San Ladislao I de Hungría a partir de su canonización en 1192. En 1326 el rey Carlos I de Hungría fundó la primera orden caballeresca laica del mundo, llamándola Orden de San Jorge, lo que atestigua que para el Siglo XIV aún seguía teniendo gran importancia el culto de este santo caballero en territorio húngaro. Igualmente en 1373 los hermanos húngaros Martín y Jorge de Kolozsvár, maestros escultores fundieron una estatua en bronce de San Jorge que fue colocada en Praga, probablemente obsequio del rey Luis I de Hungría a su aliado el emperador Carlos IV de Luxemburgo, también rey de Bohemia. Para la segunda mitad del Siglo XIV, la imagen del rey caballero San Ladislao prevaleció e incluso se convirtió en tradición el representarlo en las monedas acuñadas por los posteriores monarcas húngaros.

Según un estudio realizado en 1808, en Hungría habían 59 asentamientos que llevaban el nombre de San Jorge. Sin embargo, tomando en cuenta los documentos y manuscritos existentes, se estima que previo a los 150 años de ocupación turca otomana en el Siglo XV y XVI, el número de localidades nombradas en honor a San Jorge era cerca de el doble que de las que aparecieron en el estudio. Concluyéndose así todas las ausentes en el listado de 1808 fueron destruidas previamente.

Inglaterra
El rey Eduardo III de Inglaterra (rey de 1327 a 1377), conocido por promover el código de la caballería, fundó en 1348 la Orden de la Jarretera y nombró a Jorge como su santo patrono.

Los antiguos archivos de la orden fueron destruidos por el fuego, pero se cree que en 1344 o en 1348, Eduardo III proclamó a Jorge de Capadocia como patrón de Inglaterra. A pesar de que su culto fue reprimido en la época de la Reforma por la Iglesia de Inglaterra, la capilla de San Jorge en el Windsor (completada entre 1483 y 1528) se mantuvo como sede de la orden.

En 1818, el entonces príncipe regente y más tarde rey Jorge IV de Inglaterra creó la Muy Distinguida Orden de San Miguel y San Jorge para reconocer el servicios extraordinarios en el campo diplomático.

Jorge es uno de los personajes principales del poema Faerie Queen ('La Reina de las Hadas') de Edmund Spenser, considerado uno de los poemas más bellos de la lengua inglesa.

Aparece en el libro I como el Redcrosse Knight of Holiness ('Caballero Santo de la Cruz Roja'), protector de la Virgen María. Es de esta guisa que se puede interpretar a Jorge de Capadocia, como parte de la Iglesia de Inglaterra manteniendo y apoyando a la dinastía Tudor de Isabel I de Inglaterra.

Italia
En Italia, el culto a Jorge de Capadocia estuvo muy difundido. En Roma, Belisario (hacia 527) colocó bajo la protección de Jorge la Puerta de San Sebastián (Porta San Sebastiano) y la iglesia de San Jorge en Velabro, adonde fue trasladado poco después otro cráneo del santo, descubierto en el patriarcado lateranense del Papa Zacarías (744–752). Algunas ciudades italianas, incluyendo Génova, Ferrara y Regio de Calabria, tienen San Jorge como su patrón.

Rusia
La imagen de Jorge de Capadocia aparece en el antiguo escudo imperial y en el escudo nacional moderno. Era el antiguo emblema de los ejércitos rusos y dio nombre a la primera orden militar del país.

La Iglesia Ortodoxa rusa celebra su fiesta como patrono de Rusia el 6 de mayo. El «Gran Mártir Jorge, portador de trofeo» se venera en forma de icono desde la Edad Media. La galería de iconos de Nóvgorod de la Universidad Estatal de la ciudad posee una colección de iconos del santo de los siglos XII al XVI.

Ucrania
La fiesta de San Jorge es en mayo. En esa fecha se celebra en Ucrania el plastuny, que es a la vez la fiesta de San Jorge y el festival de primavera.

Bielorrusia
En la República de Bielorrusia se celebra el 23 de abril al comienzo de la primavera: los campesinos se revuelcan por la hierba empapada por el primer rocío y bendicen la tierra. Por otra parte, la fiesta está relacionada con la prosperidad y cuidado de los animales: se frota con un huevo a las reses para que estén más lozanas.

Malta
En la isla de Malta se celebra la fiesta el cuarto domingo de junio y en Gozo el tercer domingo de julio.

Serbia y Montenegro
En los dos países de Serbia y Montenegro San Jorge es uno de los patrones. Cómo en Rusia, la Iglesia ortodoxa serbia y la Iglesia ortodoxa montenegrina celebran su fiesta el 6 de mayo. Hay una isla próxima de la costa de Montenegro llamada de San Jorge, con un monasterio devotado al santo.

San Jorge en el resto del mundo

Argentina
San Jorge es el patrono del arma de Caballería del Ejército Argentino, por lo que el día 23 de abril se celebra su día. También es patrono de una ciudad salteña llamada Pichanal

Etiopía
Según una leyenda, generada probablemente por el rey Lalibela de Etiopía, cuando éste estaba acabando una serie de iglesias, se apareció San Jorge en su armadura y montado en un caballo blanco. El rey dijo que el santo militar le echó en cara que ningún templo estuviera dedicado a él, por lo que el rey comenzó a colectar más impuestos para construir una lo antes posible.

Así se construyó Bet Giyorgis ('San Jorge'), excavada en la roca, una de las iglesias más hermosas de Etiopía. La iglesia está rodeada por mitos y leyendas que afirman que fue construida por los templarios en el siglo XIII o que guarda el Arca de la Alianza bíblica.

Brasil
Portugal llevó el culto a sus colonias. En los cultos afro-brasileños, en la Umbanda se identifica a San Jorge con Ogum u Ogún (en Río de Janeiro, Recife, San Pablo y Porto Alegre),dios de la guerra y las armas, que maneja el hierro y con Oxóssi y Odé, en el Candomblé de la Bahia. El Africanismo también toma este santo para representar a Ogum, santo (orixá) guerrero y protector.

México
En el estado de Durango de México, se ha declarado patrono festejable el día 23 de abril. Esto debido a su mitología de defender ante las «fieras», en la ciudad de Durango abundan los insectos y arácnidos (específicamente los alacranes).

Patronazgo

San Jorge es o fue santo patrón y protector de diversos países, regiones y ciudades: la Corona de Aragón, Inglaterra, Portugal, Georgia, Lituania, Génova, Calabria, Barcelona, Friburgo de Brisgovia, Moscú, Cáceres, etc.

Es uno de los santos caballeros, protector durante la Edad Media de este estamento. En Rusia se empleó como principal emblema de sus ejércitos. En Inglaterra y Provenza se usaba su nombre como grito de guerra.

Varias órdenes militares portan su nombre o sus símbolos: la Orden de la Jarretera, la Orden Teutónica, la Orden de Calatrava, la Sacra Orden Constantiniana, la Orden de San Jorge de Alfama, entre otras.

También es patrono de diversas otras profesiones y actividades: agricultores, soldados, arqueros, prisioneros, herreros, gentes del circo, escultistas, montañeros, entre otros.

También es protector de los animales domésticos. Su nombre es invocado contra las serpientes venenosas, las enfermedades de la piel, el herpes, la peste, la lepra y la sífilis, y en los países eslavos contra el mal de ojo.

San Jorge mártir también es el patrón de Alcoy, ciudad situada en la Comunidad Valenciana destacándose como las fiestas de moros y cristianos más conocidas del mundo, declaradas de interés turístico internacional en 1980.

Iconografía

San Jorge se suele representar a caballo, habitualmente blanco, vestido al modo militar medieval, con palma, lanza, espada y escudo. Era el portaestandarte vencedor, el caballero campeón de dragones, con el símbolo de la maldad a sus pies. Era el caballero de la madre de Dios, María, equivalente en la tierra de San Miguel Arcángel (del que se distingue porque este último suele representarse con alas).

Los «colores de San Jorge» (o lo que se llama más habitualmente la «Cruz de San Jorge») es una bandera blanca con una cruz roja cuyos brazos llegan hasta los extremos. Se puede ver a menudo en el escudo de San Jorge en cuadros y otras representaciones. También se ha adaptado en las diferentes entidades de las que es patrono, como la bandera de Inglaterra, la de Georgia, etc.